jueves, 4 de febrero de 2010

SOÑANDO CON LA OTRA CARA DE LA LUNA

Hoy es noche de luna llena. Dicen que el negro azabache es el perfecto cobijo que ofrece la oscuridad a los seres malignos. Yo sólo miro al cielo y me siento pequeña. Mi mirada se congela en dirección al satélite a la par que mis piernas caminan hacia un destino incierto.
El viento seca mi cabello húmedo debido a la ducha. Me incita a cubrirme los brazos desnudos. Sigo caminando, esta vez, mirando mi entorno. Es sábado por la noche y hasta las calles temen de la presencia juvenil. En sentido contrario, al lado mío, pasan tres parejitas de niños jugando a ser grandes, pensando como Pinky y Cerebro que esta noche tratarán de conquistar al mundo. Sí, sólo tratarán…
Sonríen y caminan con gran velocidad y sus ojos brillan cual ojos de gatos entre la oscuridad al menor rayo de luz que los resalta.
Esta noche de males, de luna llena, las brujas andan sueltas. Mujeres inhumanas, despiadadas y capaces de acabar con vidas humanas danzan en la oscuridad gozando de la luz que el astro solar presta a la luna.
Maldad sólo maldad. Cierro los ojos y la impotencia recorre mi cuerpo. Imagino que soy feliz. Que las parejitas siguen siendo niños. Que no quieren tratar de conquistar al mundo sino que buscan ser conquistados por lo que él posee: naturaleza, belleza y grandeza. Ellos no van en sentido contrario al mío, sólo vamos conociendo el mundo en venas distintas que algún día nos habrán de juntar en el corazón del mismo organismo recorrido.
Me he concentrado tanto, que ahora en lugar de ver ojos de gatos en la oscuridad, veo ojos llenos de bondad e inocencia eterna. Y en vez de brujas malévolas danzando bajo la luz de la luna planeando atrocidades, comienzo a dar vueltas al ritmo de una ronda llena de alegría y siento que un rayo de luz ilumina los rostros felices de la gente que he visto llorar.
Luego pienso que la noche pasará pronto… tan pronto que cuando abra los ojos ya será de día y la luna llena, con todo y su melodiosa apariencia, habrá desaparecido, al igual que mis ilusiones se habrán esfumado tras sentir la superficie rasposa del piso en mis pies. Así será cuando caiga en cuenta que sólo tuve un sueño con la otra cara de la luna.

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