sábado, 27 de marzo de 2010

Plebeyo


Embriágame con un beso,
sedúceme con tu mirada,
hazme anhelar tu cuerpo
en esta noche helada.

Hipnotizame con la cintura
y con el moviminto de tu cabello;
que en este momento, hermosa criatura,
tu eres diosa y yo solo un plebeyo.


miércoles, 24 de marzo de 2010

Cosas del Corazón


La luz de la mañana entraba anunciando el nuevo día por la ventana del cuarto de Angélica. En su habitación se podían observar los estragos de la noche anterior: pañuelos tirados, cajas de chocolates vacías, la televisión como loca y junto a ella las películas de amor más deprimentes.

De repente sonó el despertador y con todo el dolor de su alma Angélica se tuvo que levantar dispuesta a ingeniar una excusa para faltar a la escuela. Muy a su pesar se dirigió hacia el baño que ya estaba preparado para arreglarse antes de ir a la escuela.

Al pasar frente al espejo encontró lo mas espantoso que toda chica teme encontrar: tenia los ojos rojos y unas ojeras enormes, se metió rápidamente a la regadera para desaparecer con el agua esa imagen y mientras se bañaba escucho a su madre tocar la puerta anunciando que el desayuno estaba listo. Angélica trato con gritos de disuadir a su madre, pero ya era tarde tenia que ir a la escuela.

Con las esperanzas rotas se alisto. Se puso el uniforme y preparo su mochila con las materias de ese día. Bajo las escaleras, dio los buenos días a sus padres y se apresuro a tomar el desayuno para después salir corriendo en dirección a la escuela.

Sin embargo tomo el camino largo, no quería encontrarse con él. Solo de recordar su rostro y lo sucedido el día anterior se le llenaban los ojos de lagrimas y las ganas de regresar corriendo a su casa la invadían por completo.

Llego a la escuela como siempre, saludando a todos aquellos que se encontraba en su camino. Era una chica muy linda y popular por lo que se pregunto que es lo que la hizo actuar de esa manera si podía tener al que quisiera cuando quisiera. Pero algo en él era diferente, algo que no todos tenían y que la volvió loca por él.

Las clases transcurrieron normales hasta la hora del almuerzo, fue ahí donde su mejor amiga Zaidith hizo la pregunta:

-¿Qué tal tu fin de semana?- le pregunto mientras esperaban en la fila para comprar sus almuerzos.

Caminaron a través del patio, Angélica comenzó a relatar el momento mas devastador de todo el fin de semana.

- El sábado la pase con mis papas pero el domingo fui a Chapultepec con Ramiro. Todo iba muy bien. Paseamos por los alrededores, subimos a una lancha, alimentamos a los patos, visitamos el zoológico y almorzamos a la sombra de un árbol. Fue un día inolvidable.

- ¿y después?- pregunto Zaidith mientras abría una bolsa de papas

- De regreso a mi casa, me pidió que nos desviáramos un poco ya que quería decirme algo importante. Llegamos a un parque y nos sentamos en los columpios. Él miraba al suelo mientras yo contemplaba las estrellas deseando compartir más días como ese. En ese momento tomo mi mano, en su mirada se veía lo que mas temía y el final de esos hermosos días. Entonces dijo con las palabras más suaves y tiernas que lo nuestro fue algo bello pero tenia que terminar.

Mis ojos se llenaron de tristeza, quise pedirle una explicación pero un nudo en la garganta sello mis labios y lo único que pude hacer es salir corriendo. Corrí lo más rápido que pude mientras recordaba aquellos hermosos momentos: nuestro primer beso, nuestros ratos felices y los problemas que enfrentamos juntos. En mi cabeza trataba de encontrar una respuesta a su decisión pero los recuerdos y las lágrimas nublaban mi vista y no me dejaban concentrar.

Después de vagar por un rato llegue a mi casa. Subí rápidamente las escaleras para evitar que mis padres observaran mi estado. Me deje caer en la cama, saque todas las películas que él llamaba cursis y con los chocolates que una vez me regalo comencé a llorar por mi desgracia. De cansancio me quede dormida.

La campana de la escuela sonó anunciando el regreso a los salones de clases. De regreso Zaidith consolaba a Angélica diciéndole que todo pasaría. Sin darse cuenta pasaron por las canchas de fútbol, un balón se detuvo delante de ellas interrumpiendo su camino. En ese momento un chico corría hacia ellas, era Ramiro. Se detuvo, tomo el balón, pidió disculpas, con una sonrisa en el rostro dijo: - Hola Angélica, hola Zaidith y se alejo para reunirse con sus amigos.

sábado, 6 de marzo de 2010

Reminiscencias.

¿Y qué quedó? Nada, absolutamente nada. Ni una sonrisa, ni una mirada, ni un suspiro, mucho menos una bella canción o una sublime pintura. Todo se lo llevó y con nada me he quedado. Fue como un huracán que arrasó con todo; su ojo me sedujo y terminó por llevarse lo que alguna vez fui. Ahora mismo el ayer me resulta tan lastimoso que cuando miro sus fotos termino por deprimirme. Es masoquismo, lo sé, pero intentar salir de este círculo vicioso me ha resultado tan difícil, tan confuso.

Sigo esperando el día en que me levante, me mire al espejo y diga –ya no hay nada, eres de nuevo el que fuiste antes de que llegara tu perdición, tu más grande dolor-. ¿A quién quiero engañar? sigo pensando en ella. Alguna cosa cotidiana, en el momento menos esperado, me remite a su fantasma. Esos fantasmas que nunca me han abandonado. Una silueta, una canción un “lo que sea” que provoca una reacción en cadena que destraba el cajón de los recuerdos.

Lo poco rescatable es que la herida sanó, con la infaltable cicatriz, pero me ha quedado claro que esa jamás se borra. Mi tristeza ya no es una constante que afecte la mayoría de mis días, solo me pongo melancólico cuando transcurren los días significativos a ciertos hechos.

Desearía olvidar. Quisiera que mi memoria a largo plazo fuera igual de ineficiente que la de corto plazo. Pido imposibles. Solamente quiero vivir sin que mi pasado se presente sin siquiera saludar y avisar que viene a molestar una vez más. Si la amnesia estuviera a mi alcance, en forma de brebaje, la tomaría sin mayor reparo.

Cuando sepa de algún remedio a esta situación, lo aplique y funcione, creo que se habrá perdido una parte de mí, un pedazo de realidad un tanto delirante… y quizás ya pueda dormir en paz.